Que bonito esto que dices: “ella aprende a cortar, yo aprendo a conocerla”. Me encanta la cocina y me gusta mucha hacer paella por lo que tienen de ritual, es estar toda la mañana preparando la paella, conversar mientras se hace el caldo, examinar el arroz para que no se pases, dejarla reposar… toda una liturgia. Que bonito cocinar y que bonito compartir cocina y mesa. Bendito ritual.
Es que son os rituales los que nos perfilan, nos definen (de eso hablé, justamente, en el texto del viernes pasado). Pienso que esas pequeñas cosas dicen mucho más de nosotros de lo que creemos.
Inevitablemente me ha hecho recordar a Teresa, la cocinera de una taberna que está cerca de mi antigüo estudio. Teresa es de esas cocineras que a las 7 de la mañana ya está organizando su cocina, de apenas 10 metros cuadrados; a las 9, puntualmente, todos los días, excepto el domingo, que descansa, va al mercado a comprar el producto fresco que preparará ese día; a las 10 ya está metida en la cocina, preparando los sofritos y bases de las elaboraciones; todos los dias; no hay sofríto de ayer, simplemente porque prepara lo que necesita y tampoco tiene donde guardarlo. Teresa hace una cocina, honesta, tradicional, con sabor y con el amor que solo se entrega cuando el oficio se ejerce desde la verdadera pasión. Teresa no ganará estrellas Michelin, ella enriquece y facilita la vida de decenas de personas cada día. Encuentro que existe un paralelismo entre las pequeñas tabernas y los diseñadores independientes que seguimos haciendo sofríto para nuestras elaboraciones, al margen de los grandes estudios/restaurantes. Y no pongo en duda su trabajo, simplemente me cuesta creerlo.
Que bonito esto que dices: “ella aprende a cortar, yo aprendo a conocerla”. Me encanta la cocina y me gusta mucha hacer paella por lo que tienen de ritual, es estar toda la mañana preparando la paella, conversar mientras se hace el caldo, examinar el arroz para que no se pases, dejarla reposar… toda una liturgia. Que bonito cocinar y que bonito compartir cocina y mesa. Bendito ritual.
Es que la cocina, cuando es así, es maravillosa. Además, cuando es compartida con quienes amas, mucho más.
Es que son os rituales los que nos perfilan, nos definen (de eso hablé, justamente, en el texto del viernes pasado). Pienso que esas pequeñas cosas dicen mucho más de nosotros de lo que creemos.
Totalmente, Emi. Somos nuestros hábitos y nuestras maneras. Un abrazo
Muchas gracias
Por muchos sofritos este otoño. Y que la prisa espere.
Eso es ¡Qué la prisa espere!
Que maravilla que cocines con tu hija.
Tengo mucha suerte :)
Inevitablemente me ha hecho recordar a Teresa, la cocinera de una taberna que está cerca de mi antigüo estudio. Teresa es de esas cocineras que a las 7 de la mañana ya está organizando su cocina, de apenas 10 metros cuadrados; a las 9, puntualmente, todos los días, excepto el domingo, que descansa, va al mercado a comprar el producto fresco que preparará ese día; a las 10 ya está metida en la cocina, preparando los sofritos y bases de las elaboraciones; todos los dias; no hay sofríto de ayer, simplemente porque prepara lo que necesita y tampoco tiene donde guardarlo. Teresa hace una cocina, honesta, tradicional, con sabor y con el amor que solo se entrega cuando el oficio se ejerce desde la verdadera pasión. Teresa no ganará estrellas Michelin, ella enriquece y facilita la vida de decenas de personas cada día. Encuentro que existe un paralelismo entre las pequeñas tabernas y los diseñadores independientes que seguimos haciendo sofríto para nuestras elaboraciones, al margen de los grandes estudios/restaurantes. Y no pongo en duda su trabajo, simplemente me cuesta creerlo.
Una heroína es Teresa y todas quienes mantienen el buen hacer, tanto en la cocina como en el diseño. Gracias por compartirlo, José Manuel.
Y… me acabo de enamorar de Scott Yu-Jan, oh my god! 🥰