La profilaxis ha caído. La distancia higiénica se ha disuelto. Nuestras caras vuelven a estar desnudas y nosotros con ellas. El velo de seguridad, el baño templado de filtro quirúrgico, el manto abrigado se ha desprendido de nuestros rostros y ahora volvemos al frío hosco que siempre tuvimos, aquel con el que llegamos. Nuestra sonrisa, herida siempre expuesta, reaparece para ser la máscara original tras la que ocultarnos. Porque uno sabe que hay quienes se ocultan mejor tras una sonrisa que tras una FFP2. Solo los ojos aguantan la verdad porque únicamente puedes mirar a los ojos de una persona a la vez. Ahí reside la verdadera intimidad, esa que no tolera el desvío de la mentira.
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Honos 154. Vivir sin filtros.
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La profilaxis ha caído. La distancia higiénica se ha disuelto. Nuestras caras vuelven a estar desnudas y nosotros con ellas. El velo de seguridad, el baño templado de filtro quirúrgico, el manto abrigado se ha desprendido de nuestros rostros y ahora volvemos al frío hosco que siempre tuvimos, aquel con el que llegamos. Nuestra sonrisa, herida siempre expuesta, reaparece para ser la máscara original tras la que ocultarnos. Porque uno sabe que hay quienes se ocultan mejor tras una sonrisa que tras una FFP2. Solo los ojos aguantan la verdad porque únicamente puedes mirar a los ojos de una persona a la vez. Ahí reside la verdadera intimidad, esa que no tolera el desvío de la mentira.