La Reflexión
Regalos sin abrir.
Mi relación con los regalos es cada vez más complicada. No soy buen regalador y soy aún peor cuando soy yo quien recibe el presente.
Recientemente escribí —en esa red social que cada día es menos social, pero cada día está más enredada— llamada Twitter, aunque su dueño se empeñe en llamarla X, lo que sigue: “Ojalá la valentía de decirle a la gente que en mi cumpleaños o en Navidad, no me regalen nada nuevo, sino algo suyo. Algo que aprecien y a la vez sepan que pueden confiarme su cuidado. No quiero objetos nuevos, quiero cosas.”
Justo al publicarlo recordé aquel breve y a la vez inacabable cuento de Cortázar titulado Preámbulo a las instrucciones para dar cuenda a un reloj y con el que siempre he estado en cómoda simpatía. El cuento, dice así:
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente un reloj, que los cumplas muy felices, y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de a atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
¡Y yo pidiendo que el regalo haya sido anteriormente de alguien, que no solo me ofrezcan a mí al cumpleaños del reloj, sino también a la persona que me lo regala! Pero es que ahí, creo, está la clave: yo no quiero atarme a relojes, pero sí a personas. Aunque quizá me ate en exceso.
Ya sabéis de mi manía por no acabar algunos libros, algunas series… la cosa va a más. Se está extendiendo. Me he descubierto a mí mismo guardando sin abrir regalos aún envueltos, solo por atarme al momento y a la persona que me lo había regalado. Lo sé, lo sé… no voy por buen camino. Tengo libros envueltos aún en su papel de regalo, también algo que por la forma y por como suena al agitarlo parece un puzle, tengo un tubo de cartón con lo que supongo será un póster o alguna pieza gráfica (imagino que preciosa). ¡Por el amor de Dios, si hasta tengo una cajita que contiene un cupón de 40€ en Amazon desde hace casi dos años y que no lo gasto porque quien me lo regaló lo hizo con mucho cariño para agradecerme un gesto que tuve! Confieso que sí, que se me está yendo de las manos.
Ahora que os escribo, recuerdo también las confesiones del protagonista de ese libro, sí, ESE libro:
Agradecido, besé la mano de Brezo dos veces. Pero luego me defendí. «El primero y el último», dije palpando mi propia representación. No pretendía mostrarme insolente, sino sólo poner en práctica cierta vieja teoría sobre los regalos. Debajo de cada regalo se esconde un garfio, le expliqué, un garfio romo, acariciador, mas al fin y al cabo garfio, gancho, torcedura con que se sujeta una red de futuras compensaciones. Y aun cuando ella asegurase no esperar nada a cambio, yo sentía que me ahogaba, quedaba abrumado: no sabía cómo recibir regalos. Por supuesto, no le dije toda la verdad. «Me tienes paralizado», hubiera debido añadir.
Estoy guardando demasiados objetos envueltos no dejándoles que se transformen en cosas. Los paralizo y me paralizan. Creo, que con lo que aún mantengo cierta cordura es con la comida y la bebida. Ayer me regalaron vino y quesos. Tengo esa suerte, sí. Con los quesos no tuve contemplación alguna (el miedo a que se estropeen gana a cualquier manía), pero ¿y el vino?, ¿abriré el vino? Espero que sí, porque si esta locura mía se extiende a los vinos es que ya no hay esperanza para mí.
Nº 221 publicado gracias a Brandemia.
Una formación única
Desde hace bastante tiempo soy seguidor de Brandemia y he hablado en alguna ocasión sobre esta escuela de branding.
En alguna Honos pasada, he mencionado las herramientas que ofrecen en su plataforma, sus más de 2.000 artículos (alguno escrito por mí mismo) y su contenido en general. Hoy quiero hablar de uno de sus cursos online en concreto.
De entre todos sus cursos, quiero destacar hoy el de Olga Llopis sobre investigación y estrategia. Creo que hay formaciones de branding que se pierden en la teoría. Formaciones que son completas, pero tienen una parte muy académica que termina siendo inaplicable. Por el contrario, el curso de Olga, tiene el balance ideal entre información, práctica basada en casos reales y herramientas útiles que impactan de verdad en el día a día de los profesionales del branding.
Si quieres conocer las claves y herramientas para construir marcas poderosas, puedes apuntarte al curso usando mi código de descuento HONOS20.
→ Lo del humanismo.
Me descubre mi hermana, este documental titulado Taro. El eco de Manrique sobre la relación de César Manrique con la isla de Lanzarote, su activismo medioambiental, su lucha contra la especulación y su pasión por la naturaleza. Está en los imprescindibles de RTVE y me ha parecido maravilloso.
→ Lo de la ilustración.
El excelente trabajo de ilustración que está haciendo Albert Guillaumes, cartografiando estaciones e intercambiadores de metro, se merece que lo vuelva a compartir por aquí de nuevo. Lleva más de 1500 ilustradas. La mayoría dibujadas in situ. Acaba de finalizar todas las estaciones de Madrid. Una pasada. Puedes verlas todas en esta web.
Ya somos 6021. Si te está gustando y quieres contribuir para que pueda seguir escribiendo, puedes actualizar tu plan de suscripción en Honos y cambiar tu plan de suscripción.
→ Lo del color.
Bueno, pues ya estaría. Alexey Ardov, product designer en Semrush, ha hecho la mejor web app para entender visualmente cómo son los distintos espacios de color que usamos habitualmente en digital. Sinceramente, algunos ni los conocía. La app se llama Hueplot. A veces pienso en lo que disfrutaría Descartes, Newton o Schopenhauer, pudiendo ver algo así.
→ Lo de la animación.
Llega Lottie Creator. Una herramienta web para crear animaciones en Lottie. Modelo basado en timeline y keyframes (algo que amas u odias), soporta SVG, tiene presets que te facilitan la vida y viene con acceso a más de 100K animaciones ya creadas. Sigue animándose (perdón) la competencia entre Lottie y Rive. Lo que siempre será bueno para quienes usamos estas herramientas.
→ Lo de la cocina.
Muy a favor de la defensa que se hace en este vídeo del acto de cocinar, de vivir la experiencia calmada de la preparación de nuestra comida. Por favor, dejemos ya lo de ahorrar(nos) tiempo. Cocinar no nos quita tiempo. El tiempo no se ahorra, el tiempo se vive.
Gracias a las más de 190 personas que me apoyáis en Ko-fi. Van 555 cafés y amontillados ¡Me va a dar algo!
El número #221 de Honos ha sido escrito mientras escuchaba:
Free Boleros — Mayte Martín y Tete Montoliu
Se despide con una sonrisa honesta, Máximo, diseñador, aprendiz de newslettero y con ganas de cocinar algo rico hoy… a ver qué me invento.
¡Salud y diseño!
Quizá, en el fondo, lo que estás tratando (subliminalmente) de hacer es perpetuar el instante, dilatar la sensación de placer que supone recibir y sentir la cercanía de alguien cuando se efectúa el acto de intercambiar presentes. Y, ojo, que me parecería no solo lógico, sino muy hermoso.
Nosotros vamos al contrario con los regalos! Preferimos que no nos regalen cosas porque estamos en plan minimalista. Y si nos tienen que regalar algo físico, que no sea uno de esos regalos inesperados y poco útiles y que terminan cogiendo polvo en un rincón... Pero entiendo el sentimiento, lo romántico de conservar algo en su estado prístino... Precisamente muchos de esos regalos que están cogiendo polvo siguen ahí porque la persona que nos los regaló es alguien a quien apreciamos. Hace muy difícil esto del minimalismo!! 😅