La Reflexión
Cuatro filósofos van en un tren…
Técnicamente, el que va en el tren soy yo de vuelta a Barcelona, pero tanto tren estas semanas —encima este va con retraso— me ha recordado algo y me he lanzado a escribir aún con la inercia en el cuerpo de la tercera clase del curso de filosofía.
Oakeshott —filósofo, británico y conservador— dijo: “Aventura la historia, aventura la vida. El itinerario será para los trenes, no para los hombres.” Es curioso cómo funciona el lenguaje, cómo una frase te lleva a otra, cómo se conectan los idiomas y el pensamiento.
Dice Oakeshott “aventura la vida” y en mi cabeza resuena la palabra “vivencia”. Al fin y al cabo es justo eso lo que significa. Aventurar la vida es vivenciarla. El término alemán, Erlebnis se traduce al castellano tanto por “aventura” como por “vivencia”. Fue otro filósofo, Ortega y Gasset, quien traduciendo a Dilthey (otro filósofo, y ya van tres) se vio carente de un término en castellano que significara lo mismo que ese sustantivo procedente del verbo erleben, que, a su vez, es un potenciador el verbo leben (vivir). Ortega propuso vivencia y vivencia se quedó. Me pregunto si traducir es, por tanto, también crear. Hoy a nadie le resulta extraña la palabra vivencia, pero lleva con nosotros apenas cien años.
De vuelta a Oakeshott. Nadie tradujo al inglés el término Erlebnis. En inglés no hay vivencia. Es por esto que los angloparlantes abusan tanto del término experiencia y también es por esto que en diseño nos han metido el término hasta en la sopa. Es por esto que nos empeñamos en que los usuarios tengan experiencias con nuestros diseños, cuando en realidad lo que hacen, es vivenciarlos.
Oakeshott fue un conservador, un individualista y alguien con una sana desconfianza por lo público. Estos días ando inmerso en la lectura de «Universal Concreto», el último libro del filósofo Javier Gomá (y ya van cuatro). Su propuesta ontológica, pragmática y poética está en las antípodas de la de Oakeshott: nada más lejos del individualismo que la filosofía de la ejemplaridad de Javier Gomá, nada más en contacto con lo público que su propuesta de ideal. Escribe Gomá: “La igualdad democrática enseña que todos estamos irremediablemente envueltos en una red de influencias mutuas, arrojados a un horizonte bidireccional de ejemplos personales.”
Me pregunto si será posible aventurar la vida —como proponía Oakeshott—, vivenciarla —como Dilthey y Ortega—, y también guiarnos por el ejemplo del otro —como propone Gomá—. Seguir un itinerario quizá no sea solo una cuestión para trenes. Al fin y al cabo, un itinerario no deja de ser un ideal, un ejemplo, pero, ¿realmente queremos circular sobre los raíles que pusieron otros?, ¿en serio queremos ser ejemplo-raíl para los demás?
No lo sé. Quizá tanto AVE de ida y vuelta estos días a Madrid me tienen carente de aventuras y sobrante de itinerarios. No me quejo, al menos me deja tiempo para escribir.
Nota: este jueves día 30 de noviembre, presentaremos «Universal Concreto» en el Instituto Tramontana. Conversaremos con Javier Gomá sobre su libro, filosofía de la ejemplaridad y tendremos un pequeño ágape. Es una ocasión única de conversar con uno de los filósofos más relevantes en la actualidad y una oportunidad preciosa de descubrir el Instituto. Puedes apuntarte aquí. Plazas limitadas.
Nota 2: Os recuerdo que tenemos convocatoria abierta para la III edición del curso de filosofía como ventaja táctica. Será en febrero y en Madrid. Aún quedan plazas. Toda la información y un precioso dosier aquí. Y si tienes dudas, respóndeme al mail o por privado en Twitter e intento resolverlas.
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→ La ciencia de la tipografía
Sofie Beier, Profesora de la Royal Danish Academy of Fine Arts e investigadora en accesibilidad tipográfica. En este excelente post en LinkedIn da claves de de cómo mejorar la legibilidad de un texto en distintos contextos. El trabajo que hace Beier me parece brutal. Magnífico ejemplo de ciencia aplicada al diseño.
→ Escapista
Lo compartí hace tiempo, pero ha ampliado mucho su catálogo, así que repito. Escapista es una filmoteca en la web para poder escapar. Vídeos de caminatas por la naturaleza, de paseos en coche por la ciudad… las vivencias de otros convertidas en experiencias para nosotros. Ya que vivimos un tiempo extraño donde “encendemos” una chimenea en Netflix, ¿por qué no darse una caminata por el centro histórico de Maastrich sin salir de casa? Solo le pongo una pega: en algunos vídeos usan “realidad aumentada” a modo de señalética de puntos de interés y eso te “saca” de la experiencia. Ojo a este triple salto mortal con tirabuzón que es el que la señalética virtual te saque de una experiencia virtual porque rompe con la pretensión inicial de simular lo no virtual.
→ Nocodeday
La comunidad que está creando NocodeHackers en torno al Nocode me parece increíble y me recuerda en muchos aspectos a la comunidad de WordPress (la que para mí es el arquetipo de comunidad en torno a algo digital). Este 1 de diciembre celebran el Nocodeday en Madrid. Una oportunidad de lujo de poder conocer, aprender y conectar con grandes profesionales del ecosistema de producto.
→ El fatalismo de la IA
La peor cara del determinismo, sea tecnológico o no, es el fatalismo. Ciertos impulsores del desarrollo de la inteligencia artificial, movidos por sus necesidades empresariales, se agarran al nuevo clavo ardiendo para salir del pozo. Hoy le toca a Brian Chesky, uno de los fundadores de AirBnb (que cotiza hoy en bolsa a la mitad de lo que llegó a cotizar). Chesky, que es diseñador industrial de formación, ha soltado la siguiente frase en una entrevista para dezzen: “If designers don't embrace AI the world "will be designed without them"
No sé si suena más a amenaza o al mensaje que lanzaría el líder de una secta religiosa. Exponer una tecnología —la que sea— en términos de algo a lo que hay darse, de algo que hay que abrazar es puro fatalismo determinista. Por otro lado, el mundo ya se diseñaba mucho antes de que “los diseñadores” apareciéramos en escena. La falsa dicotomía que presenta Chesky es, no solo burda, sino falaz. El diseño de El Mundo™ no es monopolio de quienes diseñamos como profesión y la IA es una tecnología que quienes diseñamos incorporaremos o no sobre la base de unas regulaciones que esperemos, sean socialmente justas y beneficiosas. Del mismo modo que el chef de un restaurante tiene la responsabilidad de trazar el origen de cada alimento, la procedencia de cada producto y hacerse cargo de que no es furtivo, de que no es dañino (para quien lo consume y para la sociedad); del mismo modo, digo que quienes diseñamos nos debemos a la responsabilidad de comprender las implicaciones de cada nueva tecnología con la que ejercemos nuestra profesión. ¿Por qué voy a abrazar una IA cuyos datos son de origen furtivo con el daño que eso puede ocasionar?, ¿por qué voy a abrazar una tecnología que puede convertir la práctica del diseño en algo puramente algorítmico?, ¿por miedo, quizá?
Señor, Cheski, usted tendrá la libertad de prescindir de quienes diseñamos, pero quienes nos hacemos llamar diseñadores y diseñadoras, tenemos una responsabilidad contraída con quienes usan nuestros diseños. Somos responsables de las relaciones que creamos con ellos porque, entre otras cosas, hemos visto padecer las consecuencias de productos y servicios como el suyo.
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El número #215 de Honos ha sido escrito mientras escuchaba:
El Chacachá del tren (perdón)
Se despide con una sonrisa honesta, Máximo, diseñador, aprendiz de newslettero y ferroviario en ciernes.
¡Salud y diseño!
"traducir es, por tanto, también crear"
Sin duda. Pero siempre traicionando un poco al original. Por eso los italianos dicen "traduttore, traditore".
Interesante entrada.
Me ha encantado cómo ilustras esas diferencias terminológicas y filosóficas. (Ojalá se pueda plantear el curso de filosofía como el que dará Elena Madrigal, agrupando sesiones, ya que así sería más sencillo para los que somos de provincias).
Es muy relevante la diferencia entre «experimentar» y «vivir» (o «vivenciar»: genial el neologismo), porque implica todo un grado de inmersión en las actividades, o bien llevarlas a cabo desde una perspectiva menos implicativa. El hecho de que «aventurar» se haya terminado asimilando tanto a experimentar como a vivir algo es casi un empobrecimiento de las cosas, una falta de atención.