La Reflexión
Sensación térmica
Esta semana viajé a Madrid por temas de trabajo. Salí de casa el miércoles temprano. Mi tren era de los primeros. Hacía frío. Mi teléfono marcaba 0° y sensación térmica de -3°. El viento cortaba y la humedad se metía dentro. Regresaba el día siguiente a Barcelona, así que hice noche allí. Al despertarme el jueves, el teléfono marcaba -3° y sensación térmica de 0°. Justo al revés. El aire era seco y no había viento. Esta inversión tan casual me dejó pensando el resto de la semana sobre el concepto de sensación térmica y su relación con las experiencias que tenemos como usuarios.
En la aplicación del tiempo de mi teléfono (iOS) se dice de la sensación térmica que “hace referencia a la percepción de frío o calor que experimenta el cuerpo humano bajo el efecto de la humedad, el sol y el viento, y que puede diferir de la temperatura real”. Dejando de lado el claro sesgo objetivista de que la experiencia del cuerpo humano no es lo real, detengámonos un momento a examinar que es esto de la sensación térmica.
Desde una postura más analítica, podríamos identificar la sensación térmica como un compendio de factores de corrección que ajustan el valor neutro de una medición constante. Esto es, la medición de la temperatura puede obtener un valor neutro de 0º que, al ponerlo en relación con la sensación corporal humana, hay que compensar con nuevos valores para que el resultado final se acomode a la experiencia humana. Por otro lado, y desde una posición más vitalista, podríamos decir que, el hecho de ser seres corpóreos sintientes, resulta en una vivencia para la cual la sensación de temperatura no se resume en el dato que resuelve un termómetro, necesitando sumar otras mediciones que enriquezcan la medición valorativa de la vivencia. Ya seamos más analíticos o más vitalistas, la idea que subyace es la de que existe una disonancia entre la temperatura sentida y la temperatura instrumentalmente medida, lo que provoca una mala experiencia en quien usa un termómetro para saber el frío o el calor que hace. Esto es porque los termómetros no miden el frío o el calor, sino los grados. De la misma manera que los relojes no miden el tiempo, sino los segundos, minutos y horas.
Llegados a este punto me pregunto: ¿existe ese factor de corrección en otras experiencias de usuario?, ¿es la temperatura medida el único valor que necesita de un ajuste sobre la base de la experiencia humana? Siendo nuestra experiencia tan rica y tantas nuestras vivencias, parecería extraño que fuese así. Del mismo modo que mostramos una sensación térmica, ¿existe una sensación temporal o una sensación espacial?
Siempre viajo a Madrid en tren. Mi experiencia en los aviones es siempre desapacible y el tren me permite trabajar durante el trayecto, echar una cabezada, estirar las piernas de camino al coche-cafetería o simplemente mirar el paisaje a través de la ventana. Mi billete indica que el viaje dura dos horas y cuarenta y cinco minutos. Mi billete no indica la sensación temporal. ¿Tan extraño sería incluir ese dato?, ¿puede una compañía de alta velocidad ferroviaria enriquecer la medición del reloj con otras mediciones complementarias para ofrecer una sensación temporal que se aproxime más a la experiencia de sus usuarios y, a la vez, resulte ser un valor añadido frente a su competencia?, ¿Sería posible determinar un criterio que adoptaran todas las compañías de transporte de pasajeros, ya sean ferroviarias, aéreas, ride hailing…?
Siempre suelo fijarme en el tamaño de la habitación de hotel donde me alojo. No es que sea el factor más determinante en mi caso para elegir estancia, ya que suelo estar pocas noches, pero me sorprende la diferencia que hay entre los metros cuadrados que mide la habitación y la sensación de espacialidad que siento en la habitación. Quienes se dedican a la arquitectura y al interiorismo conocen muy bien la distinción entre la medición del metro y la sensación humana. En esto, superan a los meteorólogos y su sensación térmica. Me pregunto ¿por qué cuando elijo habitación de hotel no hay un factor de corrección de los metros cuadrados de la habitación?, ¿por qué no se nos pregunta a los usuarios si la habitación fue más o menos espaciosa de lo esperado? Sin duda, factores como la distribución de la habitación, su mobiliario, la altura de su techo, orientación, luminosidad, color de las paredes… son decisivos para que la sensación de espacialidad sea muy distinta entre diferentes estancias con los mismos metros cuadrados.
Seguro que a vosotros y vosotras se os ocurren muchos más casos donde sería enriquecedor incluir un factor sensación a la neutra medición del instrumento. A mí se me antoja que, recogiendo la visión del diseño que tenía Miguel Milá, todos estos factores se agrupen bajo el paraguas de una teoría del confort. Al final, saber de antemano la sensación térmica, temporal, espacial… en una futura experiencia es anticiparse al grado de confort y bienestar que el usuario o usuaria va a obtener: "el lujo no es siempre un confort, pero el confort es un lujo siempre", decía Milá.
Dejo sin acabar esta reflexión, aunque me quedo con ganas de profundizar más en ella en una futura ocasión.
Los enlaces
→ Instinto por encima de los datos
Aunque los datos proporcionan insights útiles y contextuales, situar todo el valor del diseño en ellos puede llevar a soluciones homogéneas que carecen de vida o sutileza. La intuición, entendida como la suma de instinto más la experiencia, permite a quienes diseñamos conectar con emociones y necesidades humanas de maneras que los datos, por su naturaleza analítica, no pueden capturar. Quizá el desafío está en encontrar un equilibrio. Los datos pueden informar el proceso, pero la intuición debe liderarlo. Es en esa combinación donde quienes diseñamos tenemos la oportunidad de crear algo que funcional, significativo y verdaderamente valioso. Sarah Moffat, en este artículo para DesignWeek, redunda en esta idea.
→ The Nokia Design Archive
Brutal. Toda la historia del diseño de Nokia recogida en este museo virtual de una manera única. Merece la pena verlo, aunque sea solo por la forma de representar el catálogo visualmente en modo de red y no con el timeline habitual. Lo ha desarrollado la Universidad de Aalto en Finlandia. Si en algún momento tuviste un Nokia, si te gusta la visualización de datos o si simplemente tienes nostalgia de los momentos por los que ha pasado esta marca, dale una oportunidad porque es brutal.
→ Nuevo brand portal de Dropbox
Daybreak es el estudio de diseño de Dropbox. Sí, muchas marcas tienen su propio estudio de diseño interno para dar salida a todas aquellas necesidades de marca que se requieren tanto de manera interna, como externa. Sí, en Cabify también lo tenemos y es brutal el trabajazo que se hace. Tenía que decirlo. Bueno, que Daybreak ha renovado el portal de marca de Dropbox y me gusta mucho el resultado porque queda todo muy organizado, accesible y sin perder atractivo visual.
→ Walmart
Se ve que unos 250 millones de personas pasan por un Walmart a la semana. Poca broma. Si vas a hacer un cambio de marca significativo tras 20 años sin tocar nada, más te vale que lo hagas bien. Creo que Walmart lo ha hecho brillantemente. Es uno de los mejores ejemplos en años de lo que es una evolución de marca. No una revolución, sino una evolución. La clave está en potenciar aquello en lo que la marca es fuerte y atenuar aquello donde la marca es más débil. Por descontado que el ajuste óptico que se ha hecho a su símbolo gráfico ha sido motivo de burla en Twitter (Twitter siendo Twitter), pero es un ajuste magnífico. Es en su contención donde está su valor. El estudio encargado es Jkr, que ya ha hecho rediseños como el de Burger King. Os dejo el caso de estudio que recoge la esencia del rediseño.
→ Van Gogh y los mapas de color
En el mundo del análisis de datos y la visualización científica, elegir el mapa de colores adecuado es crucial para interpretar correctamente la información representada. Los mapas de color perceptuales uniformes son ideales para visualizaciones donde es importante percibir cambios graduales en los datos de manera consistente, como en mapas de calor o visualizaciones de densidad. Existen librerías muy conocidas como MatLab o Matplotlib que ayudan a implementar estos mapas de color que tienen nombres tan chulos como Viridis, Plasma, Inferno, Magma… La cuestión es ¿qué pasa si aplicamos estos mapas de color a algo que no sea estrictamente visualización de datos, sino por ejemplo a este autorretrato de Van Gogh? Pues lo que se obtiene es esto tan interesante (por lo menos para mí)
→ Sobre color y accesibilidad
Estos meses estoy investigando y aprendiendo mucho sobre color y accesibilidad. Sobre todo para entender cómo funcionan las tripas del color y de su percepción. Siempre he dicho que el color es lo más complejo del diseño y lo mantengo. Una guía que me ha resultado muy interesante en mi investigación ha sido esta. Quizá también te sea útil a ti.
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El número #250 de Honos ha sido escrito mientras escuchaba (otra vez):
Paul Vallvé — Agorafília
Se despide con una sonrisa honesta, Máximo, diseñador, aprendiz de newslettero y confío en que tu sensación temporal no haya sido eterna con esta edición. Disfruta del domingo.
¡Salud y diseño!
Muy importante la sensación de espacialidad en los coches
Creo que ese rollo era parte de la campaña de "Te gusta conducir" de BMW. No te digo ni caballos ni autonomía, esto es otro rollo, no es algo que te lleva de un sitio a otro, es algo que disfrutas. Cierto que el tren tiene esa magia y que está muy poco explotada.