La Reflexión
El infinito en la palma de la mano.
«Las tecnologías más influyentes son las que no se ven. Se entrelazan al tejido de la vida cotidiana hasta que se vuelven indistinguibles de ella.»
Mark Weiser.
El 25 de abril de 2006, un joven diseñador de interfaces de apenas 22 años escribió un post en el blog de su empresa en el que exponía una idea. Era una idea sencilla, de esas que pasado el suficiente tiempo, nos parecen que siempre han estado ahí, que no germinaron en la cabeza de alguien, que no existió un tiempo sin ellas. Era una idea de apariencia inofensiva: una propuesta para optimizar cómo se mostraban los resultados de una consulta en una página web. Concretamente en un buscador, específicamente en Google.
“Google’s good. But it could be better.” Así comenzaba el texto de quien era hijo de uno de los pioneros en el diseño de interacciones humano-computadora, contribuidor del proyecto de Macintosh para Apple. No era un recién llegado, pese a su juventud. Nadie en aquel momento le hizo demasiado caso. Hoy, diecisiete años después, su propuesta, su idea, se ha convertido en un patrón ubicuo para el que nos cuesta encontrar un rincón tras la pantalla que no haya sido colonizado por él. Un patrón que, por su naturaleza, nos impide algo fundamental para los humanos: aburrirnos. Un patrón que, en contra de lo que su naturaleza de patrón implica, ha descosido el tejido de lo que somos, deshilachando nuestra esencia de seres narrativos.
Escribe Byung-Chul Han en La Crisis de la Narración: “Quien está totalmente metido en el presente puntual no es capaz de narrar”. Yo añado que tampoco es capaz de aburrirse. Estar totalmente metido en el presente puntual es una suerte de anulación del tiempo. Al menos del tiempo como duración. Ese tiempo del que vengo escribiendo hace tiempo: el tiempo de Bergson. Ese que impide que todo se nos dé a la vez de golpe. Si hemos dicho más de una vez por aquí que el diseño es quien ayuda al tiempo a gestionar ese darse, que el diseño es un gestor del tiempo, entonces, el patrón que propuso Aza Raskin, fue sin duda el mayor patrón de anti diseño jamás propuesto.
Aza Raskin, hijo de Jef Raskin, propuso en 2006 lo que hoy conocemos como scroll infinito. ¿Por qué Google tenía que paginar los resultados de sus búsquedas? —se preguntaba Raskin. Haciéndolo sacamos a los usuarios del mundo del contenido al de la navegación: ya no piensan en lo que leen, sino en cómo obtener más contenido que leer —argumentaba Raskin. «Don't force the user to ask for more content: just give it to them.» —sentenciaba rotundo.
Raskin nos condenó en aquel momento a estar metidos en el presente puntual. Toda red social, Facebook, LinkedIn, Instagram, Twitter o TikTok —el epítome del presente puntual— usan el scroll infinito. Netflix, Youtube y cualquier otra plataforma de contenido audiovisual lo emplean en móviles, pantallas de escritorio y televisores. Es imposible escapar de él. Curiosamente, el último en incluirlo ha sido Google este agosto pasado.
Quizá estés pensando que calificar de condena a este patrón de navegación es ir demasiado lejos. Yo no lo creo. Volviendo a Han: “Cuando todo lo vivido está presente sin distancia, es decir, cuando está disponible, el recuerdo desaparece. El recuerdo no es una repetición mecánica de lo vivido, sino una narración que continuamente hay que volver a contar de nuevo. Los recuerdos forzosamente tienen huecos.” Lo que Raskin hace con su patrón es eliminar los huecos: esos momentos donde los usuarios ya no piensan en lo que leen, sino en cómo obtener más contenido. Con ello, nos sumerge en un presente sin distancia, en un presente puntual, en un descenso infinito donde todo se nos da a la vez y de golpe, sin pausa, sin huecos, sin tiempo para aburrirnos. Pero ¿por qué querríamos aburrirnos?, ¿es acaso el aburrimiento algo bueno?
Escribe Josefa Ros Velasco, posiblemente la persona que mejor y en mayor profundidad ha estudiado el concepto de aburrimiento: “Si hay algo de bueno en el aburrimiento es precisamente que sin su experiencia, la que nos hace reaccionar, nos quedamos atrapados en el presente doloroso hasta que este nos consumiese y no evolucionaríamos. En este sentido, podemos decir que el aburrimiento, lejos de ser bueno o malo, categorías que se le achacan pero que, en realidad, no aplican al caso, es funcional.” De nuevo el presente, esta vez ya no solo sin distancia o puntual, sino doloroso. Cuando estamos sumergidos en el scroll infinito de TikTok, toda nuestra conciencia está volcada y fuera de sí. En el scrolling —incapaces de aburrirnos por la sobre estimulación reiterada—, perdemos cualquier capacidad de reaccionar, de volver a nosotros, de volver al tiempo de la duración. En el scroll infinito el tiempo se congela, se suspende. Cuando Raskin eliminó la paginación no se imaginaba que el aburrimiento, que salirse del contenido tenía una función esencial en la constitución de cómo somos y cómo nos narramos. Concluye Ros Velasco: “Básicamente, el aburrimiento es funcional porque nos permite, como individuos y como sociedad, ser conscientes de una situación concreta, pensarla y sacar conclusiones de ella, moviéndonos a actuar en consecuencia para desterrar el malestar que se desprende de su experiencia.”
El scroll infinito ha devenido en una de esas tecnologías que, como decía Weiser en la cita que abre este texto, se entrelazan al tejido de la vida cotidiana hasta que se vuelven indistinguibles de ella. Diseñar es (otra vez) crear relaciones, no solucionar problemas. Raskin solucionó un problema. Problema: los usuarios quieren contenido y la paginación les distrae de su tarea. Solución: quitemos la paginación. Haciéndolo, Raskin modificó cómo nos relacionamos con la tecnología, entre nosotros y con nosotros mismos de una manera profunda, esencial y constituyente. La scrolliosis —The immobilization you catch from laying about, scrolling on your phone for hours— se afirma como la nausea de las generaciones actuales y venideras. Así lo narraba Antoine Roquetín, el protagonista de la novela de Sartre La Náusea: “Entonces me dio la Náusea: me dejé caer en el asiento, ni siquiera sabía dónde estaba; veía girar lentamente los colores a mi alrededor; tenía ganas de vomitar. Y desde entonces la Naúsea no me ha abandonado, me posee.” Hoy, Roquetín llevaría un móvil en su mano.
Revolotean en mi recuerdo aquellos versos de William Blake: Para ver el mundo en un grano de arena / y el cielo en una flor silvestre / abarca el infinito en la palma de tu mano / y la eternidad en una hora.
Sin duda hemos logrado el infinito en la palma de la mano y la eternidad en una hora. Me temo que al hacerlo no vimos mundo alguno en el grano de arena, ni cielos en la flor silvestre. Solo obtuvimos un presente eterno y doloroso y una pantalla que ni protege ni devuelve la mirada.
Disculpad la extensión de la reflexión de hoy, pero he considerado adecuado recoger —al menos en parte— el contenido que iba destinado a ser una charla en el evento de Pamplona al que asistía como ponente esta semana que viene y que, lamentablemente, tuvo que cancelarse. Además, la reflexión se ha aprovechado de la reciente lectura del texto de Han que, con tanto acierto me recomendó Endika en este comentario. Por favor, recomendadme lecturas, que siempre acertáis.
Aquí tenéis el post original de Raskin que puede encontrarse gracias a Archive.org. Por cierto, Raskin se ha arrepentido en numerosas ocasiones de su propuesta, y tanto sus trabajos actuales, como el giro que dio a su carrera parecen encomiables.
N.º 207 publicado gracias a NocodeHackers .
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Los enlaces
→ Talento y talante
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→ Bezel
Bezel es una de esas aplicaciones que parece tan simple y obvia que uno no entiende cómo no es una opción por defecto del sistema operativo. La aplicación creada por Mathijs Kadijk te permite mostrar un iPhone en tu Mac simplemente conectándolo a él. Lo que ves en la pantalla de ese iPhone se ve en un dispositivo perfectamente simulado en la pantalla de tu Mac. Perfecto para capturar vídeo de un iPhone directamente desde tu Mac sin necesidad de aplicaciones complejas. Me encantan las apps que hacen una cosa y la hacen bien. Tiene versión de prueba con una marca de agua y versión de un pago único sin suscripción.
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Rebrand es una galería pensada para poder inspirarse. Perfecta para explorar nuevos sistemas de diseño, identidades visuales, y mucho diseño audiovisual. Está curada por el estudio francés Sahkyo. Reseña especial se merece su sección sobre “Bentos”, ese nuevo trend que tanto abunda.
→ Aldabas en Seúl
Otro texto magnífico (y ya van unos cuantos) de Azur González (vidiv). Reflexiona Azur sobre los hanoks, unas tradicionales casas coreanas por las que parece no pasar el tiempo salvo por un detalle en sus puertas. Un detalle que te destaca como la mosca en la leche y que parece más un error temporal en un set de rodaje que algo intencional. No os destripo más.
→ Te rastrean y no lo sabes
Raúl Marín, la persona que más sabe de Figma (y de otras muchas cosas) en este país nuestro, lanza una píldora en su canal de Youtube muy necesaria sobre cómo tus managers te tienen rastreado en todo momento en Figma. No solo es que se pueda trazar cualquier cambio desde el control de cambios, sino que acciones como exportar o descargar un archivo quedan registradas y accesibles vía API. No es algo que suceda exclusivamente en Figma, pero sí que ha sido la aplicación de diseño masiva que incluyó estas acciones susceptibles de vulnerar la privacidad de los usuarios. Resulta llamativo cómo al sector en general, salvo honrosas excepciones, le ha importado poco la vigilancia a la que estamos sometidos y el control que hemos dejado que ejerzan sobre nosotros.
→ Lo más parecido a tener lápiz y papel
Pregunté en Twitter por una aplicación web que te permitiera hacer un dibujo rápido y que no necesitara de instalación, fuera agnóstica al sistema operativo y al dispositivo. Me dijeron varias y me quedé con dos. Tldraw y Excalidraw. Perfectas.
→ La huella del río
«El curso seco de un río, la huella / que el río ha dejado sigue siendo / (todavía) / el río / (el caudal no es tan importante, el agua / no es tan importante)» ese poema de Claudia González Caparrós me acompaña siempre. Se ha vuelto aún más evidente viendo estas imágenes cartográficas en alta resolución generadas con tecnología LiDAR de los ríos de Norte América. No solo puedes ver el cauce actual, sino el paso del tiempo en los meandros pasados: la huella que el río ha dejado. Maravilloso. Lo descubro gracias a la newsletter de Kottke.
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El número #207 de Honos ha sido escrito mientras escuchaba:
De nuevo el silencio.
Se despide con una sonrisa honesta, Máximo, diseñador, aprendiz de newslettero y supongo que gracias por hacer scroll hasta aquí.
¡Salud y diseño!
Gracias por esta reflexión inicial 🙏🏼
No te disculpes por la extensión de la reflexión. Es reconfortante leerte, siempre.
Gracias.